PLANTEA

Fernández de la hoz
Madrid,
2020

Las cosas hechas con cuidado pueden volver a la vida. En esta finca Art Deco, en el centro de Madrid, se eliminan las capas depositadas por el tiempo. Las antiguas habitaciones, se conectan entre si. La casa se hace permeable. Son 30 viviendas donde todo se piensa para ser repetido pero con pequeñas variaciones. La luz y el aire la invaden de nuevo. Al exterior, la fachada recupera su elegancia original y la cubierta se descubre como un nuevo estar al aire libre.

FOTOGRAFÍA:

Pablo Gómez – Ogando

Las cosas hechas con cuidado pueden volver a la vida. En esta finca Art Deco, en el centro de Madrid, se eliminan las capas depositadas por el tiempo. Las antiguas habitaciones, se conectan entre si. La casa se hace permeable. Son 30 viviendas donde todo se piensa para ser repetido pero con pequeñas variaciones. La luz y el aire la invaden de nuevo. Al exterior, la fachada recupera su elegancia original y la cubierta se descubre como un nuevo estar al aire libre.

FOTOGRAFÍA:

Pablo Gómez – Ogando

Fernández de la hoz
Madrid,
2020

Las cosas hechas con cuidado pueden volver a la vida. En esta finca Art Deco, en el centro de Madrid, se eliminan las capas depositadas por el tiempo. Las antiguas habitaciones, se conectan entre si. La casa se hace permeable. Son 30 viviendas donde todo se piensa para ser repetido pero con pequeñas variaciones. La luz y el aire la invaden de nuevo. Al exterior, la fachada recupera su elegancia original y la cubierta se descubre como un nuevo estar al aire libre.

FOTOGRAFÍA:

Pablo Gómez – Ogando

Las cosas hechas con cuidado pueden volver a la vida. En esta finca Art Deco, en el centro de Madrid, se eliminan las capas depositadas por el tiempo. Las antiguas habitaciones, se conectan entre si. La casa se hace permeable. Son 30 viviendas donde todo se piensa para ser repetido pero con pequeñas variaciones. La luz y el aire la invaden de nuevo. Al exterior, la fachada recupera su elegancia original y la cubierta se descubre como un nuevo estar al aire libre.

FOTOGRAFÍA:

Pablo Gómez – Ogando